El año pasado pude llegar a la conclusión de que un emprendedor necesita ilusión para llevar a cabo un proyecto. Sin este requisito, difícilmente uno puede acometer de manera adecuada ninguno de ellos (y cuando digo ninguno excluyo todos esos proyectos a los que se llega bajo mínimos y sin un interés de querer desarrollarlos más allá). La ilusión es la chispa que hace que se avance poco a poco y el interés por el proyecto se incremente progresivamente. Pero llega un momento en el que se deben poner los pies en el suelo. Un proyecto no sobrevive a través de ilusiones que no estén sujetas a números. Precisamente por eso, lo números son un aspecto fundamental. Son la parte crítica y donde se determinará qué proyectos estaban mejor orientados a la realidad. Con estas palabras no quisiera que nadie me malinterpretara pensando que quiero atribuir a ciertos proyectos como menos válidos. Todos ellos son válidos, pero algunos requieren más ajustes, y dichos ajustes se dan a través de los números.
Dicha parte numérica nos otorga la visión de “lo que es”, mientras que la parte en la que juega la intuición, lo que se desvía de la lógica, nos otorga una perspectiva de lo que podría llegar a ser. Un emprendedor debe saber manejar estos dos aspectos, y saber mantener un equilibrio entre lo que puede conseguir hoy por hoy, y lo que podría llegar a conseguir a posteriori. Siempre y cuando mantenga una posición en la que prime la ilusión, la cabeza y el esfuerzo diario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario