Me ha dado mucho que pensar el tema que hoy publicaba Nacho en su blog paso a paso. El caso es que desde hace ya unos pocos años se viene hablando mucho sobre innovación, emprendizaje, I+D… Todos esos temas que brillan por su ausencia en nuestro país. Es un tema que nos llevan inculcando desde hace tiempo en la universidad (El caso es que la especialidad que estoy cursando está muy orientada a ello) pero sí que es cierto que difícilmente podemos reclamar ciertos valores cuando uno no los ha ido cultivando desde pequeñito.
Cada vez más, se buscan personas con iniciativa, con ideas, dinámicas… Pero la cuestión es ¿Eso se aprende en dos años de especialidad? ¿Hemos desarrollado un conocimiento basado en dichos valores? Personalmente, desde bien pequeños nos han inculcado la idea de “a cierto problema esta solución”. Nos hemos acostumbrado a ser reactivos y a que nos planteen continuamente problemas cerrados para solucionarnos de la misma manera, de una forma cerrada. Esta es la materia, este es el examen. Si haces los ejercicios correspondientes y los entiendes apruebas, si aprendes estas páginas de teoría y lo aplicas de esta manera también. A problemas cerrados soluciones cerradas, tenemos unos medios y un fin concreto.
No por ello doy menos validez a este método, puesto que lo que se busca son soluciones a los problemas que van surgiendo a diario. La resolución de problemas sigue siendo y es vital.
Pero en ocasiones, los acontecimientos no se plantean de dicha manera. Hablamos de problemas abiertos cuando tenemos una idea vaga de a dónde queremos llegar. Rara vez las asignaturas tienen un carácter abierto, y por eso somos tan malos a la hora de utilizar un pensamiento conceptual, creativo, orientado a la innovación en definitiva. No somos buenos diseñadores e intentamos resolver problemas abiertos con un tipo de pensamiento cuadriculado.
Todo esto lo narra Edward de Bono en su libro Future Positive en un concepto que llama Trampa-24.
La enseñanza en nuestro país deberá adquirir otro enfoque para que las próximas generaciones crezcan con un tipo de pensamiento más orientado a la formulación y reformulación de conceptos. De esta manera, la innovación dejará de ser una asignatura pendiente puesto que las nuevas generaciones crecerán con una visión más abierta de los problemas, que resolverán a través de técnicas de creatividad y no solo por mera imitación y repetición. Y para los que ya hemos crecido con un tipo de educación, nunca es tarde para cambiar nuestros hábitos de pensamiento.
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