viernes, 24 de octubre de 2008

Fracaso



Hoy quiero hablaros del fracaso. Sí, un tema al que mucha gente siente pavor. Un miedo que paraliza, un miedo que no te deja hacer cosas que en circunstancias normales harías. Pues bien, os voy a comentar que menos mal que un día descubrí el fracaso, y el día que descubrí qué forma tenía, me di cuenta de que era una de las herramientas más útiles que uno puede utilizar a su favor.

Fracasar es saber que uno no es tan bueno como cree. Puesto que si a uno le importa un comino todo, no tiene miedo a fracasar, una pérdida no supone un fracaso. Cuando uno siente indiferencia hacia la vida, nunca fracasa y a su vez siempre lo hace.

La ventaja de aquellas personas que “sufren” el fracaso es que en ellas quedan resquicios emocionales, quedan esas cicatrices que tardan en cerrarse. Uno siente que la vida es injusta, que todo lo que hace le sale mal, que no es capaz de hacerlo. Esto señoras y señores es un fracaso, esto es a lo que yo llamo una persona fracasada. El fracaso no debe suponer algo negativo. Uno sufre sí, pero debe sufrir lo justo. Lo justo y necesario para darse cuenta de que ¡coño! ¡Lo puedo hacer mejor! He aquí la gran victoria. El hecho de saber que uno no ha tocado suelo y reconoce que las cosas se pueden hacer mejor constituye, en sí, una victoria.
¿Sabéis cómo funciona la energía? Dicen que nunca se destruye, sino que se transforma. Estoy muy de acuerdo con dicha afirmación. Porque un fracaso puede suponer la mayor de las victorias para un hombre, puesto que este fracaso puede ser el comienzo de una nueva realidad.

¿Qué es lo siguiente que puedes sentir tras pasar por un fracaso? Desasosiego, resentimiento, culpa, miedo, impotencia. ¿De qué sirve todo esto? La cosa ya está hecha, el tema está en saber qué es lo que ahora puedes hacer para mejorar la situación. Uno no puede quedarse pasmado y esperar a que el tiempo corra y le ayude a uno a remontar. El tiempo no espera, y si uno ha fracasado, debe ponerse manos a la obra y mejorar su situación. Ya no puedes luchar por aquello que has perdido, pero si puedes luchar por aquello que no tienes, deseas y puedes conseguir. Porque en esta vida no hay nada imposible. Y cuando uno está vencido debe resurgir como el ave fénix. Ya lo decía Friedrich Wilhelm Nietzsche, “lo que no me mata me hace más fuerte.” Haced caso a este gran hombre, que bajo su maravilloso pesimismo esconde grandes claves para el triunfo.
Hablando de pesimistas, he conocido muchos en esta vida. No es que sea ni mejor ni peor, pero yo particularmente elegí ser de los otros...

Como decía, si uno es optimista uno puede mantener una sonrisa ante la adversidad. Y una sonrisa… vale mucho. Tanto, que creo que baso mi filosofía en procurar arrancar una cuando la situación me lo permite.
Por otro lado, debo reconocer que también he conocido muchos optimistas extremistas. Sí, está muy bien eso de pensar que todo va ir bien, pero siempre se debe tener los pies en el suelo. La cabeza está para algo y no para meterla bajo la tierra como hacen las avestruces.

Siempre he sido de aquellos que he ido a lo seguro, y eso está bien, hasta que la vida no tiene suficientes alicientes. Todo es tan aburrido que uno tiene que saltar al vacío. Eso sí, siempre con un poco de coherencia. Siempre suelo decir, hay que saltar de cabeza pero con cabeza. Llegan momentos de incertidumbre y uno no se moja. Se mantiene en una posición de comodidad y espera que el resto mueva ficha. ¡Acojonado! Eso es lo que uno es cuando hace eso. Y yo, he sido un acojonado toda mi vida. Pero... considero que también existe la posibilidad de reinventarme. Soy la persona que quiero ser, pero puedo mejorar todo aquello que quiero dejar de ser. Y si me veo un acojonado, ¿por qué motivo no debo cambiarlo?
Es más, ¿Quién dijo que uno no debe cambiar lo que funciona? Siempre existe una manera para que la cosa vaya mejor. ¿Conoceis el cuento de la vaquita? Os lo recomiendo, habla de todo esto.

Fracaso… Fracaso… y más fracaso. Aprendo, aprendo y me reinvento. Soy quien quiero ser, pero parte de mí es algo que no quiere. Tíralo a la basura, mejor aún , a la papelera de reciclaje. Porque hasta con los residuos uno puede crear las mejores obras. Piensa en todo lo que desperdicias diariamente (mas de lo que crees). La mierda no es mierda, y por eso la mandamos a la mierda. Gestiona los residuos de la mejor manera posible y serás feliz.
Jajajaja Estoy loco, y me río, pero estoy loco y me gusta. Jajajaja no quiero dejar de ser un loco, porque este loco hace bien al resto y se hace bien a si mismo. Este loco no necesita tratamiento. La diferencia entre un loco y un enfermo mental es que uno es triste o hace tristes a otros.
Repartamos felicidad, intentemos aportar el mayor grado de felicidad al mayor número de personas.

No tengas miedo a estar loco. Si te ríes cada día ¡bendito seas! Si sufres... necesitas tratamiento... ¿Cómo un loco? ¡No! Como un enfermo mental.
Por último decir que si he fracasado con esta carta me ha servido para reconocer que puedo escribirla mejor y llegar a un mayor número de personas, y si he arrancado alguna sonrisa habré obtenido la mayor victoria que un hombre puede obtener.
Gracias por leer hasta el final de mi desvarío, seguramente es que me quieres o que tu vida es una miscelánea de ideas como la mía y por eso te ha gustado. Jajajaj.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Ion, me ha gustado mucho tu teoría. Me recuerda a una amiga que siempre me dice "man man lai, man man lai!" que significa "poco a poco, poco a poco". Todo llega a su momento, y todo tiene su proceso. Los seres humanos son más inteligentes que los animales porque saben reflexionar y reaccionar después del fracaso. Sin embargo, a veces no somos conscientes , dejamos que nuestras emociones nos controlen. Siempre me gusta el programa "el encantador de perros" porque nos enseña cómo controlar nuestras emociones y mantener las energías positivas. Hace lo mismo que mi amiga, me tranquiliza con su teoría de "man man lai".

Shan