En el mundo de la innovación debemos atender siempre a tres ejes fundamentales sin los cuales una idea que se pone en práctica no puede ser exitosa. Estos ejes son tres.
- El primero es la capacidad de generar ideas. Aquí vale la cantidad, puesto que no existe idea mala, sino que quizás no esté bien enfocada. A partir de las ideas es donde uno puede comenzar a trabajar. Si uno no es capaz de generar ideas, no es capaz de trabajar sobre nada. La carencia de ideas supone un bloqueo creativo. Las ideas son la materia prima, sin ellas la fábrica se para, no podemos continuar. Dentro de este punto debemos ser capaces de saber generar muchas ideas, pero también saber enfocarlas dentro de los marcos que nos interesan, obtener alternativas y evaluarlas. La cantidad es calidad, pero siempre te tienes que decantar por la mejor opción y trabajar sobre ella.
- El segundo es la capacidad de producción. ¿Cómo podemos hacerlo? Es el apartado en el que la acción, la experiencia, el conocimiento de las tecnologías para la producción nos capacitan para hacer lo que teníamos en mente. Quiero destacar la importancia de esta fase, puesto que muchos proyectos se quedan estancados en su idea sin que finalmente ésta se materialice. Una buena capacidad generadora de ideas no es compatible con la de producción si no se establecen lazos de comunicación eficaces. El aspecto idealista que supone la fase inicial suele estar muy reñida con la puesta en práctica. Es por eso que ninguno de los ejes debe trabajar por separado. La idea en sí es la materia prima con la que vamos a elaborar nuestro producto o servicio, y en ocasiones llega en un estado tan bruto que no puede ser tratada como algo que se pueda poner en práctica. De esta fase se obtiene un producto o un servicio, que ya tiene unas especificaciones técnicas. Pasa de ser un concepto a un hecho preparado a ser expuesto en el mercado (el lugar donde reside el cliente).
Las preguntas que nos haríamos como “productores” serían: ¿se puede hacer? ¿Qué necesitamos para hacer eso? ¿De qué medios disponemos? ¿Quién lo sabe hacer mejor?...
- Finalmente tenemos el último eje y el más fundamental, la capacidad de venta. Y digo que es el más importante puesto que saber vender supone conocer al cliente. Los clientes son los usuarios finales de los productos o servicios. Conocer sus necesidades es la manera de llegar a ellos y de nada sirve hacer un producto que no compatibilice con sus necesidades.
La capacidad de vender tus productos es el modo de comunicarles que verdaderamente lo necesitan, ya no vale tener buenas ideas y saber llevarlas acabo, si estas no tienen mercado, más nos vale cerrar el chiringuito. Lo que finalmente cuenta aquí es vender todo lo que producimos, y para saber comunicarlo debemos conocer muy bien a nuestro cliente. Precisamente por eso no debemos romper tampoco ese vínculo entre aquellos que lo producen y aquellos que saben comunicar los beneficios a los clientes.
A continuación podemos ver un gráfico que representa los tres ejes y en la cúspide el motor de la empresa, su mercado, ese lugar donde habita el cliente, el ser más preciado para una organización... ;)
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