viernes, 26 de diciembre de 2008

Reencuentro en el English School


El pasado 20 de diciembre pudimos disfrutar un año más del reencuentro entre los antiguos alumnos del English School. Hace un año ya nos habíamos reunido en una sidrería de lo viejo para celebrarlo, pero esta vez fue muy diferente, lo hicimos en el mismísimo colegio.
Gracias al estupendo trabajo realizado por Mario, todos pudimos disfrutar de una velada en la que no faltaron las risas, las sorpresas y todas esas emociones que surgen cuando uno recuerda momentos tan bonitos como los vividos durante la infancia.
Cuando vuelves a ver a toda esa gente que llevas tiempo sin ver te das cuenta de que pocas cosas cambian en la esencia de una persona. Es cierto que nuestros cuerpos han cambiado, que nuestras obligaciones son diferentes, hemos aprendido mucho en estos años, unos viven fuera de casa otras en el extranjero incluso... Pero cuando digo que pocas cosas cambian, me refiero a todas esas cosas que nos caracterizan, que determinan quienes fuimos un día y después de los años persisten en nosotros. Me remito a un fragmento sobre las ideas de Schopenhauer para explicar todo esto:

Schopenhauer once stated that the individual character of humans doesn't change but that someone’s conduct changes as a result of gathering knowledge and information. By this knowledge one can find other ways to achieve his purpose. For example, somebody always wanted to be in the center of interest and to achieve that he made a lot of noise. A few years later you see that guy again. He has become a very calm guy, you could say he changed 180 degrees. That's not true, he just has found another way to achieve his aim (Schopenhauer would say). He's again in the center of interest but now with his silence.

En todo momento pude reconocer al niño que un día vivió su experiencia ligada al “English”, que dejó esas clases, ese patio, ese comedor cargado de sueños e ilusiones. Y que diez años después las cosas no habían cambiado tanto. Porque reconocí en la mayoría de los rostros toda esa ilusión, la misma inocencia, toda esa vida.

Mientras recorría clase por clase aquel antiguo colegio, vinieron a mí los mismos olores, imágenes y experiencias pasadas. Recordé que un día disfruté siendo alumno de aquel colegio, aprendí riendo pero también sufriendo. Y sólo puedo decir que gracias al English School hemos llegado a ser los adultos que hoy somos.

No puedo terminar esta carta sin agradecer a los profesores, primeramente, por habernos permitido hacer esta cena y en segundo lugar por habernos dado tanto cuando fuimos sus alumnos. Decirles también que sigan dando eso que mejor saben dar y que tan difícil resulta: Una buena educación.

Gracias

1 comentario:

Igor dijo...

Joder Ion, vi el otro día las fotos y que envidia pasé. A ver si los de nuestra clase hacemos algo parecido..