Y de nuevo esa misma pregunta, que ni yo puedo responder a falta de coherencia y sentido para conocerme. Vago por la calle preguntándome a dónde voy, y los jodidos patrones lógicos hacen que siga el marcado rumbo de mi conducta preestablecida.
Sigo los caminos que diseñan mis piernas mientras mi mente se entremezcla en pensamientos irracionales. Me sumerjo en la más caótica de las orgias neuronales mientras mis pies continúan, mi cabeza permanece desconecta de toda dinámica extrínseca, vanagloriándose del carnaval creativo que pocas veces encuentra aplicación práctica.
Mis palabras provocan la reacción y obligan a que las personas que me rodean afloren sus más escondidos sentimientos.
Procuro romper las barreras que "la sociedad del sentido común" ha construido bajo los cimientos del sinsentido.
Incoherencia tras incoherencia me desenvuelvo en el mundo de la búsqueda de la verdad que poco tiene que ver con la realidad que hemos construido.
Reordeno el archivo cognitivo erigido bajo una caótica antesala de emociones y experiencias cubiertas por el polvo. Reconozco las formas pero desconozco su procedencia. Intuyo que lo mejor es creer cuáles son aplicables a cada momento y cuáles son prescindibles por su naturaleza caduca.
Y termino por reconocer la belleza en aquello que pese a carecer de forma, tiene un fondo que me ilusiona por ser tan desconocido como mi propia persona.
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