miércoles, 27 de enero de 2010

Las claves del Talento de Dan Coyle



Recomiendo este libro sobre todo a aquellos que están inmersos en el mundo de la enseñanza. Las claves del talento me ha hecho comprender una serie de cosas que anteriormente me tenían intrigado. Desde siempre he tenido un pequeño dilema y es referente a los métodos de enseñanza. ¿Cómo debemos plantearnos el sistema de enseñanza? ¿Debemos marcar los pasos que deben seguir los alumnos o simplemente debemos dejar que los propios alumnos abran el camino? ¿Creatividad o mecánica? ¿Mano dura o "Laisez Faire"? ¿Forzar el aprendizaje o dejar que él mismo fluya?

Son muchas preguntas y quizás no responda a todas ellas. Lo que sí que procuraré es esbozar la idea principal de una de las conclusiones a la que se llega en este libro.

El caso es que siempre me topo con mismo cuando me encuentro ante un dilema con soluciones antagónicas "Ni es una cosa, ni es la otra. Las dos en su justa medida y momento oportunos son las que dan el resultado más efectivo". La cuestión es encontrar la medida y el momento para la disciplina exacta.

Cuando hablamos del talento, quitémonos primeramente un erróneo y fatal paradigma que dice que es innato. Porque no lo es ni de lejos. Sí que debo reconocer que hay personas que nacen con un don, pero debemos tener en cuenta que esas personas comprenden un porcentaje muy pequeño. El resto podemos desarrollar el talento en cualquier ámbito. Lo único que necesitamos es ignición, práctica intensa y un agente dinamizador del proceso (Entrenador/Profesor):

1. Práctica intensa: Resumamos las claves de la práctica intensa:

Agrupar: Para esta acción es bueno tener modelos de referencia. Para agrupar primeramente se debe adquirir una visión general de la tarea que se está realizando. A continuación debes lograr separar la tarea en componentes más pequeños. Una vez que tenemos la tarea separada debemos pasar al siguiente paso.

Repetir: Hasta alcanzar el ritmo deseado y realizando una práctica correcta. Una vez alcanzado el ritmo óptimo es difícil perderlo.

Aprender a sentirlo: Significa practicar la concentración. Practicas, practicas y practicas hasta que salta el primer error. Cuando surge lo notas de inmediato, lo sientes, hace daño.

Los pasos progresivos que se deben dar para conseguir una práctica intensa son: Elegir un objetivo > Ir a por él > Evaluar la brecha que hay entre nuestro objetivo y nuestras posibilidades de alcanzarlo >Volver al primer paso (Eligiendo un nuevo objetivo que se ajuste mejor en el caso de que no hayamos alcanzado el anterior)

Es el procedimiento para el progreso en nuestras habilidades.

2. Ignición:

La ignición es algo que difiere sustancialmente con la practica intensa. La ignición es la chispa que hace brotar el fuego. Es una señar muy clara: “Puedes hacerlo”

Así funciona la ignición. Mientras que la práctica intensa es un acto frío y consciente, la ignición es un estallido misterioso, un despertar. La práctica intensa es un acto progresivo mientras que la ignición es un fogonazo de imagen y emoción.

Pero muchas veces nos cuesta hacer las cosas, no tenemos ese empuje necesario, esa ignición no surge de dentro, o simplemente no nos encontramos cómodos siguiendo las pautas de la práctica intensa. Es aquí donde se hace muy importante y yo diría más bien necesario el papel del entrenador. Es el responsable de enseñarnos cómo hacerlo bien y de meternos en la cabeza que podemos hacerlo bien. Él debe aportar las dosis necesarias de motivación y crítica, pero lo que deberá hacer fundamentalmente es inyectarnos pequeñas dosis de información para que el ejercicio que estamos desarrollando está bien hecho. El esquema que plantea en el libro es el siguiente:



Para resumir un poco todo lo que ya he comentado anteriormente y así responder a alguna de mis preguntas iniciales, diré que para alcanzar el talento en una actividad son necesarias muchas hora de trabajo bien estructurado y la fuerza interna de querer ser bueno. Precisamente, este segundo punto es de gran relevancia puesto que cuanta más motivación adquiramos para el logro de una cosa, menos horas de trabajo intenso necesitaremos. Debemos querer y el resto sólo es practicar. Un entrenador nos guiará, nos enseñará a hacer las cosas bien, aportará más información que emoción. No sirve de nada un entrenador severo o un entrenador que nos pone buena cara, lo que necesitamos es un entrenador que nos conduzca por el buen camino. Las dosis de estimulación o crítica de nuestros actos comprenderá una parte muy pequeña de su trabajo. Sí, estará ahí para decirnos "¡Puedes hacerlo!" pero lo justo. Tampoco deberá ser como el clásico sargento que te trata como una escoria para fortalecer tu mente y progreses adecuadamente. El buen entrenador inyectará pequeñas dosis de información durante la práctica intensa y lanzará pequeños mensajes cuando lo hagas bien o correcciones sutiles cuando te estés desviando del camino.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por compartir este grato resumen.. de verdad un libro revelador.
Lo recomiendo.

Anónimo dijo...

Muy buena critica.
Tengo muchas ganas de leerlo, espero poder conseguirlo pronto!

Unknown dijo...

Hola, donde puedo conseguir un ejemplar de este libro?, porque estoy buscando por internet y me cuesta encontrar un ejemplar y en Amazon, es desorbitado el precio que piden por él.