lunes, 18 de mayo de 2009

Cuando un fallo se transforma en revolución


Si pronuncio el nombre de Antonio Meucci seguramente muchos no sepáis de quién estoy hablando. Pero si articulo el de Alexander Graham Bell a la gran mayoría le vendrá a la cabeza su gran invento, el teléfono. Por lo tanto, ¿Quién es ese individuo al que he nombrado en el inicio? Pues bien, no es ni más ni menos que el inventor del teléfono. Efectivamente, él fue la primera persona que descubrió que la voz podía viajar a través de impulsos eléctricos. Puede sonar paradójico, pero Meucci logró inventar lo que ha resultado ser uno de los artilugios más revolucionarios de la edad moderna, y sin embargo no lo patentó y unos años más adelante murió en la miseria.

Meucci desarrolló un sistema de comunicación para el teatro de la Pérgola, Florencia. En 1950 fue a Nueva York para presentar esa tecnología y poder patentarla. Su poca fluidez en el inglés (él era italiano), sus bajos recursos económicos y un ausente apoyo por parte de las instituciones competentes hicieron que finalmente no lograra la patente.

Sin embargo Graham Bell ideó un telégrafo experimental con el cual, gracias a un error se percató de lo que Meucci años atrás ya había descubierto.

¿Qué podemos concluir con todo esto? Yo llego a una conclusión muy clara de todo esto. Puedes tener el mejor invento del mundo, pero si no lo has sabido vender, si no has logrado el modo de expandir tu idea, habrás fracasado. Por otro lado, puedes intentar cosas que ya existen (el telégrafo ya había sido inventado por Samuel Morse) y lograr revolucionar el mundo de las comunicaciones como hizo Graham Bell.

Muchas veces el éxito tiene que ver con intentar que ocurran ciertas cosas. Cuando haces las cosas a tu modo, puedes descubrir situaciones que jamás hubieras pensado que podían estar allí. Si jamás las intentas, es seguro que no las descubrirás.

1 comentario:

Iván dijo...

en una cancion de coldplay dicen
if you never try you never know
+ claro agua,para encontrar hay que buscar