No es que me haya confundido en el término, con este post pretendo hacer referencia a lo que todavía no se analiza en la gestión de procesos en la gran mayoría de las empresas.
Quienes hemos estudiado temas relacionados con la gestión de los recursos en los procesos industriales habremos llegado alguna vez a lo que comúnmente se reconoce como la cadena de valor.
La gestión de esta cadena de valor es un modelo teórico que fue propuesto por el afamado gurú del management y la estrategia Michael Porter. Este modelo tiene como fin sintetizar de manera lógica y coherente las diferentes categorías de procesos por los que transcurre un producto desde que entra en la empresa hasta que sale. Nos ayuda a comprender cuáles son las fases por las que pasan los diferentes "Inputs" hasta que son transformados en "Outputs".
Si fuéramos productores de sillas por ejemplo, compraríamos madera, tornillos y tela para tapizar (Inputs). Tras el proceso de fabricación tendríamos unas bonitas y cómodas sillas (Outputs). En todo este proceso que va desde la compra de los materiales hasta la fabricación de la silla se va agregando valor a la cadena (materiales utilizados, cortado, lijado, pintado, montaje ...)
Finalmente optenemos un producto al que le asignaremos un precio para poder ser comercializado.
Todas las organizaciones han buscado desde siempre un objetivo: Incrementar el margen de beneficio de su producto. Se puede tratar de reducir los costes en la adquisición de materiales, se pueden perfeccionar los procesos de fabricación, enfocar una estrategia de Marketing para otorgar al producto un mejor posicionamiento, incluso se pueden incluir servicios adicionales para que el consumidor se decante por las facilidades aportadas. Todo ello para otorgar un mayor valor que repercuta de manera positiva en la cuenta de resultados de la empresa.
Lo que pocos estudian, y lo que pocos aplican en el mundo de las organizaciones es el impacto de todas estas acciones. A medida que vamos agregando valor a los productos producidos estamos causando un deterioro de nuestro entorno. Hoy por hoy desconocemos el verdadero impacto oculto de dichas acciones. En ocasiones, todo este intento de aportar valor a través de la reducción de costes o la mejora del proceso de fabricación está incurriendo en un dedeterioro medioambiental y para la salud humana.
Existe una metodología llamada LCA (Life cicle Assessment), que busca analizar el ciclo de vida de un producto y sus repercusiones mediambientales. Mediante este análisis se monitorean todos los materiales y energía utilizadas para la fabricación; posteriormente se evalua el impato ambiental de los mismos y finalmente se interpretan los resultados.
Del mismo modo que la cadena de valor nos permitía hacer un seguimiento de lo "positivo" de nuestro producto, este proceso nos permite conocer las repercusiones negativas. En el próximo posts hablaré acerca de la nueva tendencia del "consumo verde".
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